lunes, 3 de mayo de 2010

Arthur Rimbaud

"-¡Ha vuelto a aparecer!
-¿Qué?
-¡La eternidad! Es el mar mezclado con el Sol.
"


El poeta maldito por excelencia. Superdotado y brillante, todo en él resultó original hasta el límite. Irrepetible. Fue un niño prodigio, escribió la totalidad de su obra poética hasta los 19 años. Desdouets, profesor de Rimbaud en su época escolar, dijo de él: "Nada banal germina dentro de esta cabeza. Será un genio del Mal o un genio del Bien".

A los 16 años envió, al poeta Paul Verlaine, una carta con varios de sus poemas, entre los cuales incluía "El barco ebrio". Verlaine quedó muy sorprendido por el talento del joven y lo invitó a su casa, en París. Rimbaud abandonó su Charleville natal (pueblecito del noreste de Francia) y puso rumbo a la capital del país galo, en septiembre del 1871.

Muy pronto, ambos poetas iniciaron un escabroso y apasionado romance homosexual. Durante este tiempo, escandalizaron a los aburguesados círculos literarios parisinos, se emborracharon de absenta a diario, vagabundearon por Europa y escribieron algunos de los mejores poemas de la historia en lengua francesa. Sus constantes idas y venidas los llevaron a Londres, donde sobrevivieron precariamente gracias a una mensualidad enviada por la madre de Paul. Rimbaud opinaba que para ser un poeta universal, tenía que experimentarlo todo en su propio cuerpo. En julio de 1873, tras una grave discusión en Bruselas, Verlaine disparó a Rimbaud en la muñeca. El primero acabó en la cárcel y divorciado; el segundo regresó a Charleville y completó su obra más conocida "Una temporada en el infierno". De vuelta a Londres, en 1874, terminó sus "Iluminaciones" y no volvió a escribir poesía.

Tras abandonar la escritura definitivamente, Rimbaud se dedicó a viajar de un lado a otro, sin descanso. Recorrió Europa a pie, se enroló en el ejército holandés, desertó tras viajar gratis a Indonesia, estuvo en Chipre, y acabó trasladándose a África. En Harar (Abisinia), se estableció como traficante de armas y se casó con una nativa. Rimbaud siempre mantuvo correspondencia con su madre, y en una de esas cartas escribió algo así como "no quiero dinero que no esté manchado de sangre". Se refería a su nueva visión de la vida, plagada de trabajos, en contraposición al período de tiempo que abarcó de los 16 años a los 19, y donde siempre dejó patente su desprecio por las labores físicas.

Sin embargo, este estilo de vida no duró demasiado. Un tumor en su rodilla lo llevó de nuevo a Francia, donde le amputaron la pierna derecha y, posteriormente, murió el 10 de noviembre de 1891, a los 37 años de edad.

Si Verlaine está considerado un gran poeta, Rimbaud fue un genio, un revolucionario que cambió para siempre la cara de la nueva poesía francesa. Influyó decisivamente en toda la literatura moderna, la música y el arte. Nombres tan célebres como Henry Miller, Bob Dylan, Anaïs Nin, William S. Burroughs, Hugo Pratt o Kurt Kobain son buena prueba de ello.

"Sacerdotes, profesores, maestros, os equivocáis al entregarme a la justicia. Yo nunca formé parte de este pueblo; yo nunca fui cristiano; soy de la raza que cantaba en el suplicio; no comprendo las leyes; no tengo sentido moral, soy un bruto; os equivocáis..."

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