viernes, 18 de noviembre de 2011

Lock, stock and two smoking barrels

(Esta crítica cinematográfica la publiqué hace meses, en la web Laboratorio de Prensa).

Me la vi tres veces en cuatro días, mientras comía cacahuetes cubiertos de pringue con sabor a barbacoa. Como comprenderéis, desde entonces es una de mis películas predilectas.

La idea central en torno a la cual gira el argumento no es demasiado novedosa. Unos amigos pierden muchísimo dinero durante una partida de póquer, y deben recuperarlo en un reducido plazo de tiempo, si quieren conservar su integridad física. La innovación llega en el modo de contar la historia. Guy Ritchie, en su primer largometraje, hace gala de los principios narrativos que han definido el resto de su obra, y pone su toque personal a la realización, al estilo visual, a los pequeños detalles.

En Lock, stock & two smoking barrels, Guy Ritchie (director y guionista) nos enseña un amplio y variado espectro de la fauna que habita los bajos fondos londinenses. El cuarteto protagonista podría definirse como “una banda de entrañables mangantes”. Pero, la cosa no se queda ahí, claro. También aparece un mafioso loco con peinado a lo afro, unos machacas norteños de escaso intelecto, un grupo de hippies horticultores de cannabis, Barry el bautista, Nick el griego, unos rateros violentos, Chris y su hijo Chrisito, un rey del porno psicópata, un ruso en llamas… En definitiva, toda una caterva de tipos corruptos.


Yo la definiría como: divertida, fresca, ágil y bien articulada (los engranajes que la mueven funcionan a la perfección). Los diálogos -importantísimos- derrochan humor fino, ingenio y, por qué no decirlo, mala leche. Me encanta ese rollo de ir buscándole las cosquillas al interlocutor, continuamente. Algunas escenas merecen el calificativo “sublime”. Por ejemplo, el arranque del film: “hecho a mano en Calcuta, robado a mano por algún hijoputa”, la presentación de los protagonistas, la descripción de Rory Breaker, la explicación de la teoría del “Club de los intrusos anales”, el final (¿abierto?), y un largo y desternillante etcétera.


Para no perder la costumbre, como diría el señor Rosell, daré un par de pinceladas finales. Uno, Vinny Jones era un futbolista carnicero, pero me parece un actor majestuoso. Dos, en mi opinión, Lock & stock es incluso mejor que Snatch (otro peliculón descomunal del señor Ritchie). Tres, la banda sonora merece una alusión especial porque es, sencillamente, espectacular.

En definitiva, no se os ocurra perderos esta obra maestra.

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